lunes, 5 de julio de 2010
Trompos en el puntal
Jacinto salía de casa con la cena en la comisura de los labios. Su viejo R12 estaba a punto para recogernos a todos y llevarnos a dar una vuelta. Acabamos en la Calle de los vinos jugando un "quinito" y bebiendo hasta no poder más. Era una noche de primavera que olía a sal. La recta carretera trazaba un sencillo camino a casa que acabó por torcerse. A Jacinto se le ocurrió la genial idea de acercarse a la zona más despoblada del lugar para divertirse con su R12 tirando del freno de mano. El coche estaba repleto de gente. Hacía pocos días que una tempestad había barrido una parte de la arena que cubría la superficie deslizante dejando al descubierto un profuso escalón. Una de las ruedas traseras quedó colgando en su curvo camino y el flamante R12 de Jacinto dio la vuelta. Todos nos quedamos sin habla; silencio en el interior de la cabina. A Pedro no se le ocurre otra cosa que gritar ¡Va a explotar! y rápidamente buscamos la salida por la portezuela trasera que por suerte había quedado abierta gracias a que nunca estuvo cerrada. Salimos todos del coche y aquello ni iba a estallar ni tenía pinta de hacerlo. ¿Qué hacemos? Denunciarlo a la Guardia Civil, claro está. A Jacinto no le parecía que aquel fuera un coche robado así que decidió romperle los cristales mientras se reía de su propia desgracia. Sacó un hierro del interior del capó del coche y se puso una correa de goma en la cabeza. Crash, sonaban los cristales al ser golpeados y de entre la maleza salían parejas corriendo en busca de su escondido vehículo para salir pitando. Volvimos a casa andando, cuatro kilómetros llenos de eses. Jacinto llegó a casa con la correa de la distribución en la cabeza, su hermano que le ve por la ventana le advierte de que se quite la goma ya que su padre puede verle. Es de noche pero no tan tarde como para que la familia se haya acostado. A la mañana siguiente hay que denunciar el robo así que Jacinto pone el despertador a las seis para que nadie se le adelante. Jacinto vive en "Costa Sol", una residencia veraniega donde su padre trabaja de portero. Viven en un bajo y son una familia de cinco hermanos y la abuela. La abuela que con casi setenta años de los de antes se pasa el día lavando ropa a mano. El R12 descansa boca arriba en el puntal una fría noche de primavera con olor a sal.
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