Pedro era copto. En realidad su nombre es Omar. Me explicó que en Egipto todo el mundo era cristiano hasta que fue invadida por los turcos. La mayoría de la población se adaptó al Islam pero que una pequeña parte se negó y fue encerrada en una zona marginal por los siglos de los siglos y que no fue hasta el pasado siglo XX cuando decidieron abandonar su condición huyendo a América y Europa, formándose en oficios liberales como médicos, arquitectos, etc.
Recuerda que lo que más le agobiaba del barrio era que no podía ver los atardeceres debido a la estrechez de sus calles y que era cuando se desplazaba hacia la zona de las pirámides cuando disfrutaba del espectáculo y fue una de esas tardes cuando decidió que tenía que ver el sol desaparecer desde otros lugares.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Nos damos la mano. El Copto III.
Me llamaba la atención que la familia era árabe, se podía notar que procedían de oriente, su color aceituno y sus rasgos faciales les delataban. La vertical de sus miradas estaba combada hacia el centro de la cara y su nariz, sin ser aguileña, separaba dos partes exactamente iguales de no ser por algún que otro lunar nada sutil. Pedro me dijo que su familia llevaba generaciones viviendo en un suburbio del Cairo y que él había salido de allí cuando contaba catorce años para estudiar en un colegio de Canadá, gracias a un hermano de su madre que había abandonado el lugar bastantes años antes. Me dio la mano efusivamente.
La sombrilla de colores brillantes. El Copto II.
Me acerqué a aquel hombre y le pregunté por ese símbolo tan curioso. No suelo ser tan atrevido pero en aquella ocasión me lancé en busca de una explicación. Siempre he considerado que tatuarse un motivo en la piel es algo muy importante. He visto auténticas basuras de tatuajes llevadas con el máximo orgullo. Nombres o diminutivos tatuados en la piel raspando una pipa y rellenando la herida con la tinta de un boli bic explotado para tal evento e incluso tatuarse los tres carcelarios puntos en la mano para impresionar al lumpen que todavía no te conoce. Me interesó esa cruz. Yo había crecido en una localidad de la margen izquierda del Nervión en la época en que el gran dictador había muerto y los movimientos de izquierda hubieron de rellenar el hueco autárquico del que desaparecía irremediablemente. Culturalmente crecí en el rechazo a la religión que me tocaba profesar por cercanía, era la hora y el momento de rechazar lo que el régiman había impuesto desde hacía tanto tiempo; creer en dios no estaba bien visto y aquí me incluyo, nadie obligaba a creer o no creer pero lo que se movía viscosamente por los adoquines era el no. Había quien se tatuaba cruces invertidas emulando a los adoradores de lo oculto o yo que sé; había que rechazar sistemáticamente todo lo relacionado con la religión. Y eso que hasta los catorce años estuve obligado a acudir a misa los domingos y ya en la etapa final de esas visitas le decía a mi madre que prefería ir solo para irme con mi amigo el "pastor de vacas" a jugar con los videojugos cutres de un espectrum.
Pero Pedro llevaba un tatuaje de una cruz tal cual, y con todo su orgullo...
Pero Pedro llevaba un tatuaje de una cruz tal cual, y con todo su orgullo...
Diapositivas. El Copto I.
Era un aciago día de verano cuando decidimos coger un vuelo a Alicante para pasar unos cuantos días en compañía de Pedro, un anticuario egipcio rebautizado por un amigo común. A Pedro lo habíamos conocido unos años antes en La Vila Joiosa, una entrañable villa costera del sur de Alicante. El encuentro fue casual. Estábamos aburridos soportando el calor del verano bajo una sombrilla de colores brillantes. Acabábamos de terminar de jugar al "Triángulo de la muerte" un inocente juego de playa en el que intervienen tres personas y un balón. El juego era tan estúpido como suena, pero nos servía para enterrar el aburrimiento que provocaba la canícula. De repente una familia de tres miembros pasó por delante de nosotros. No llamaban la atención por nada, excepto por un tatuaje en el brazo del hombre. Se trataba de una pequeña cruz de color oscuro.
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